“SER ABOGADO"
Estudiar derecho es fácil.
Lo difícil es Ejercerlo. No hay rama que no te sacuda un
día, y viene a ser el día que menos lo esperabas. Nunca vas a estar preparado
para ver como el dragón de la legalidad despedaza la justicia con sus dientes
afilados.
Nadie me dijo nunca que una niña de 6 años me iba a tomar
la mano mientras identificaba a su violador, e iba a pedirme que la acompañara
a todas sus diligencias, desde su declaración hasta su prueba en ginecología...
Ni nada me prepararía para cuándo me dijo que su tía le decía que estaba
destruyendo a su familia al señalar a su esposo como su agresor.
Nada me preparó para que una vez al firmar un testamento,
el testador me dijera: "No lo firmo Cámbieme todo lo que dice, Mi hijo lo
redactó. Me amenaza que si no firmo me deja sin comer". Su rostro desde la
silla de ruedas me desgarró el alma, ahí entendí porque mi ex jefa siempre
pedía que los testamentos se firmen A SOLAS sin ningún familiar disfrazando
alas de buitre con sonrisa de buen samaritano.
Mucho menos te prepara la vida para decirle a una mujer
que su marido murió en medio de una orgía homosexual, ni sabes si debes abrazar
a una mujer recién golpeada que tiembla como una hoja en un ministerio público
lleno de gente que observa su rostro destrozado a la luz de los flashes.
Nada te prepara para el derecho, para decirle a tu
cliente que sus escrituras son falsas y que le han timado su dinero.
Nada te prepara para decirle a una madre que su hijo
murió a manos de un amigo, y ver comadres de toda la vida ser separadas por un
rayo.
Nada te prepara para llegar con tus camiones a un
desalojo y ver niños que te miran cargando sus juguetes con un rostro de
reproche.
Nada te prepara para que alguien se derrumbe en tus
brazos de dolor.
Para contener al padre de un menor violado de volverse un
asesino.
Para separar a una familia.
Nada te prepara para mirarte a los ojos con la muerte.
Nada te prepara en la universidad para contar las
puñaladas a un cadáver pequeño.
Para responder preguntas como ¿por qué a mí?... Para
lidiar con el dolor, con la impunidad.
Nada te prepara para ser el blanco de reproches
infundados.
Para los golpes, los gargajos.
Para las mentadas de madre en plena audiencia y los
madrazos ejidales.
Nada te prepara para que una mujer con el brazo roto y la
quijada descuadrada firme el perdón a tu contrario.
Para la gente que no quiere saber nada más de un
homicidio.
Nada te prepara para entrar al foso de demonios que
rodean el mundo del derecho.
Es bajar a los círculos del infierno sujetándose el
propio corazón para no perderse y salirse del camino.
Es avanzar a paso lento conservando el miedo porque ello
te recuerda quién eres.
Porque nada te prepara para ver familias disputándose
herencias cuando el padre aun agoniza lleno de tubos y nadie quiere vender nada
para pagar el hospital porque "es su herencia".
Hay momentos muy contados dónde tú eres quien arroja
estrellas al cielo, esos momentos por ejemplo cuando un menor corre a los
brazos de su madre que no lo ha visto en tanto tiempo y sabes que, ahí, ahí es
donde le corresponde estar.
Cuando alguien cobra su pensión.
Cuando alguien recupera su casa.
Cuando las puertas del penal se abren y la familia vuelve
a estar completa.
Cuando la reja de una celda se cierra y una mujer respira
porque podrá dormir en paz.
Cuando un padre firma el testamento dividiendo entre sus
hijos lo poco o mucho que le dio la vida.
Cuando un matrimonio deja de existir.
Cuando un matrimonio va a empezar.
Cuando un trabajador se aprovecha de tu confianza.
Cuando un patrón explota su posición.
Cuando todo se viene encima... Ahi estás.
Nada podría haberme preparado para "no tengo como
pagarle licenciado pero mi hijo está detenido". Para el "quiero
consignar 200 pesos de pensión por mis 4 hijos"...Para "¿Cuánto
quiere por dejar el caso le doy el doble que mi contraparte?"
Nadie te prepara para cuando se te pasa un término que
trasciende en lesionar a un representado, ni para que te acusen injustamente de
vender información o de venderte al otro lado.
Nadie sabe lo que cuesta hacer “3 hojitas" por las
que estás cobrando. Ni para la traición, ni la corrupción, ni la difamación.
Nada te preparara para que en cada fiesta te digan que
todos saben de leyes, que no eres médico para cobrar consultas. Que eres una
lacra social y te confundan con los políticos.
Nadie te dará las gracias, nadie te pagará por gusto.
Nadie te va querer y tendrás que aprender a comprenderlo,
pues nosotros como la muerte, anunciamos la presencia de la realidad en esta
vida. Nuestra presencia le revela al hombre que no puede vivir sin reglas, que
no sabe respetar personas distintas, que no ha aprendido a tolerar, a amar, a
dar.
Somos los custodios de la armonía social.
Somos los responsables del orden, de defender al hombre
de sí mismo y a pesar de sí.
Somos las voces de las víctimas... El dedo acusador, la
barrera del respeto, el límite del poder.
Somos los que giran las ruedas del destino y aun así nos
mienten. Con las manos goteando sangre y aferradas al cuello de la víctima
escuchamos un "yo no la maté" y se nos juzga. Porque le otorgamos
defensa a un acusado, sin entender la sociedad que no es defender al culpable o
proteger al inocente. Es evitar que cada uno de los ciudadanos se corrompa
creyendo que al tomar la justicia en sus manos, matar a otro no lo hace
asesino.
Es la función del abogado ponerse entre el ser humano y
su lado más barbárico. Es protegerles de que la manzana podrida les pudra
también.
Ser abogado es mirar el fondo del abismo y desde ahí...
Meter sin miedo la mano para rescatar la luz de la oscuridad.
Y aun con eso... ¡Elegiría mi carrera mil veces mas!.
Frente Estudiantil de Derecho - Universidad de Guayaquil
Créditos: Malé Capetillo.
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