Ser
abogado es una profesión privilegiada, buscar el bien común, proteger los
derechos, amparar la justicia, son objetivos que invitan a la dedicación, por
los que entusiasma trabajar, pocas profesiones tienen esos elementos como
materia prima, pero debemos tener en cuenta que somos humanos y hasta ahora no
hay persona perfecta, por lo menos en el planeta tierra.
Por
ello es importante conocer los venenos de la profesión para poder evitarlos y
eliminarlos. Si tienes algunos de los siguientes síntomas debes de tomar el
antídoto de manera urgente, pues no queremos que seas una de las personas que
desprestigian la profesión.
Zancadillas a los colegas.
Querer
ganar un cliente a base de engaños es un veneno que se debe eliminar. Muchos
abogados cuando existen procesos en curso, buscan astutamente influenciar a
quienes no son sus clientes para que sustituyan al apoderado con quien ya
trabajan, generando desconfianza en el colega. El echar zancadillas a otros
profesionales del derecho lleva a hacer promesas que están fuera de las manos
del abogado, por ejemplo decir “conmigo saldría más rápido el trámite”, “el
juez es amigo mío”, “conozco al colaborador”, “ese fiscal es mi compañero de
diversión”, dando entender que con sus influencias logrará el total de lo pretendido
por el interesado. No hables mal de los colegas, al final el trabajo de cada
quien es su mejor referencia.
Titulitis.
Llámeme
Licenciado, llámeme Máster, por favor soy Doctor. Cuidado con las personas que
tienen ese lenguaje a la hora de hablar, pues a primera vista su ego no le
permitirá tener una visión clara de la realidad, que es necesario para poder
buscar los caminos jurídicos como solución. No es el título el que debe
importar en la profesión del jurista, sino lo que has aprendido para poder desarrollar
un mejor papel al servicio de la justicia. En la actualidad se valora más lo
que sabes que lo que has estudiado, pues el título no te garantiza ser un
abogado ejemplar, más bien el conocimiento que entregas en el trabajo y el
desempeño que pones en los casos. ¡Sí! sabemos que te costó tu título pero
créeme es un veneno para la profesión que se debe evitar.
Cuando se acaba la guerra todos son
generales.
Cuando
un cliente busca tus servicios, lo hace para que puedas ayudarle a desmembrar
el problema al que se ha metido o lo han metido, partiendo desde ese punto es
un daño a la profesión criticar lo que el anterior apoderado hizo. “Yo hubiera
hecho esto”, “que mal trabajo”, “la ignorancia es atrevida”, esas frases son
parte del pasado, ya cuando la guerra terminó todos quieren ser generales, lo
ideal es que analices el caso previamente y al estar en el calor del proceso
puedas tomar decisiones en beneficio de tu poderdante, pues quien te ha buscado
no lo hace para que le digas lo mal que le fue con el colega sino para resolver
el problema que le quita la paz. Hablar mal del trabajo de otro abogado lo
único que hace es desprestigiar nuestra digna profesión.
Escrito + escrito = más dólares
Esta
fórmula matemática causa mucho daño a la profesión; en la práctica forense hay
abogados que tienen como estrategia complicar los procesos, presentando pruebas
impertinentes, buscando sorprender la buena fe, lo que genera una carga
innecesaria en los Tribunales y dilación procesal que afecta a los interesados.
Tratan de justificar que la presentación de escrito tras escrito es reflejo de
la máxima atención al proceso, y de paso no pierden la oportunidad para exigir
un pago mayor por la “complejidad” del caso, que ellos mismos buscaron. La
intención de presentar escritos que compliquen el caso generalmente es percibir
mayores ingresos económicos, lo que va en contra de la deontología jurídica
pues se prioriza los dólares antes que el amparo de la justicia manchando
nuestra profesión. Esta mala práctica puede hacerte ganar unos dólares más,
pero empobrece a la profesión.
¿Son mejores abogados los que más
casos han ganado?
La
respuesta es no! Cuando un abogado logra cumplir con los objetivos esperados
sin duda lo llena de una gran satisfacción, pero eso no te vuelve un mejor
abogado, no hay que olvidar que no en todos los casos se representa a la parte
que tiene la razón; es válido hacer el mejor desempeño con nuestros
poderdantes, y esto comienza hablando en base a la realidad y de manera clara
previo a iniciar el proceso o diligencia, es importante hacerles ver a los
clientes que muchas veces sus pretensiones van más allá de lo jurídico, y que
no se puede conseguir la entera satisfacción, para ello es necesario ser
honestos. La regla general nos dice que la decisión del juzgador no va
orientada a satisfacer a una sola de las partes. Si quieres calificarte para
ser un mejor abogado el parámetro es sencillo: solventa el problema de tu
cliente eligiendo el camino jurídico que más le genere beneficios.
La soberbia jurídica.
Estos
abogados son muy particulares, a muchos juristas les da el síndrome de “los
sabelotodo”; los sabelotodo son necios por excelencia, piensan que no solo su
cliente debe de aceptar lo que él dice sino que todo el mundo, incluyendo a los
abogados de la parte contraria, al juez, a todos. “Soy el mejor interrogador”,
“nadie me gana en técnicas de oralidad”, “yo debería de ser el juez”, son
frases de los sabelotodo, esos sentimientos de superioridad hacia los demás
terminan por heredarte un carácter detestable. El derecho no es una ciencia
exacta, pues hay muchos caminos jurídicos para resolver los conflictos, debemos
aceptar que todos los días tenemos algo nuevo que aprender, la capacitación, los
seminarios, diplomados deben de estar en tu agenda mensual. Como conocedores de
la ley debemos poner en práctica la eliminación de toda discriminación, la
soberbia podrá causar temor en los demás, pero jamás te alcanzará para tener
compromiso por respeto a la moral, la ética, la justicia, que son principios
que nos distinguen como juristas y que son enemigos de la soberbia. ¡Alerta!
aléjate de los sabelotodo.
Abogados en liquidación.
Pareciera
que son tiendas en liquidación con el 70% de descuento, pero no… son abogados.
Existen juristas que rompen el valor del mercado de trabajo de los
profesionales del derecho, al establecer precios extremadamente bajos con la
finalidad de convertirse en auténticos monopolios de masas. Sabemos que la
situación es difícil pero no es válido crear una crisis en los honorarios de
los abogados, pues no es un trabajo fácil, requiere dedicación, preparación,
sabiduría y ciencia. El abogado en liquidación acostumbra a desarrollar un
trabajo mediocre, poco profesional, además de irrespetar a los colegas, pues les
obliga a baratear su trabajo si quieren competir en el mercado. Nunca busques
ser un abogado en liquidación, busca ser un abogado justo en todo sentido,
hasta en el económico. Respétate y respeta tu profesión.
Antídoto.
Si
bien hemos señalado los venenos a la profesión de abogado, es importante dar el
antídoto para curarse de esos malos síntomas, y advertimos que el factor que
más daño hace a la profesión es la deshonestidad.
Si la honradez es parte de los valores que pones en práctica eso te sitúa en el camino de la ética profesional. El anhelo de ser justos debe de ser tu horizonte para que sepas hacia donde caminar, aportar a la construcción de una mejor sociedad, de trabajar por una nueva cultura jurídica, de criticar y denunciar las violaciones a los derechos fundamentales de las personas, ser propositivo para trasformar la realidad, dar todo tu empeño y dedicar tu conocimiento al servicio de los demás, son conductas que te llevarán a ser el mejor abogado, y de paso serás el antídoto ideal para los venenos que dañan tu profesión.
Por
Edwin Nochez.
Enfoquejuridico.org
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